jueves, 13 de agosto de 2009

SERÁ JUSTICIA

El Negrito era un negrito de apenas 14 años. Simpático, entrador y un militante aguerrido que jamás tuvo un arma en la mano. El negrito estaba orgulloso de su viejo que era afiliado al Partido Comunista, delegado de una fábrica textil de la zona norte y se llamaba igual que él: Floreal Avellaneda. Aquel horroroso 15 de abril de 1976, a la una y media de la madrugada, ocho autos llenos de asesinos con uniforme se metieron en la humilde casa de la familia Avellaneda. Entraron a sangre y fuego. Ametrallaron la puerta y robaron todo lo que pudieron. El viejo Floreal había conseguido escaparse y los tenebrosos pasajeros de los Ford Falcon sin chapa, encapuchados, se llevaron al negrito y a Iris, su mama. En la comisaría de Villa Martelli los torturaron con ferocidad y alevosía. Iris sufría cada vez que la picana eléctrica se clavaba en su vagina mojada y gritaba con desesperación. Pero su mayor sufrimiento era escuchar los gritos de su hijo, el negrito Avellaneda que decía: “Mami, deciles que no sabemos a donde se fue Papa”. Lo cuento y me corre un frío terrible por la espalda. Me estremezco porque ese chico valiente de 14 años fue sometido al empalamiento. No quiero apelar a un golpe bajo. Pero creo que el salvajismo inhumano debe conocerse en toda su dimensión para que Nunca Más sea posible. El empalamiento es uno de los mecanismos de tortura más atroces y consiste en atravesar a la persona con una madera filosa entre la boca y el ano. Un asesinato de nazis cavernícolas. Eso hicieron con el negrito de 14 años. Así asesinaron a un pibe de barrio indefenso. Su madre fue trasladada a la cárcel de Olmos y el cuerpo del negrito apareció flotando junto a otros 7 cadáveres en el río de la Plata frente a las cosas de Uruguay. Lo reconocieron porque tenía tatuado un corazón con las letras F y A adentro. No hay palabras para calificar semejante alevosía.
Treinta y tres años después, la justicia de la democracia hizo justicia. Santiago Omar Riveros, comandante de Institutos Militares de Campo de Mayo fue condenado anoche a prisión perpetua. Va a pasar el resto de sus días encerrado. Ese es el lugar en donde un terrorista de estado debe estar: en la cárcel. Nadie sabe donde están los restos del Negrito. Porque su cuerpo fue robado de un cementerio en 1979. Semejante ensañamiento degrada la condición humana. No podían soportar ni siquiera el cadáver destrozado de Floreal Avellaneda. Nombre de tango perfumado y apellido de ciudad proletaria. Tristeza y lamento de blues para el Negrito Avellaneda que ojalá descanse en paz escuchando el desgarro de Manal como un rezo y una letanía: Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado. Luz que muere, la fábrica parece un duende de hormigón. Y la grúa su lágrima de carga inclina sobre el rock.


TÍTULO ORIGINAL DE LA NOTA: "AVELLANEDA BLUES"
ALFREDO LEUCO (radio continental jueves 13.08.09)


Periodista. Actualmente es columnista en Radio Continental en el programa que conduce Fernando Bravo de 13 a 17 horas. Conduce “Le doy mi palabra” por Canal 26 todos los martes desde las 22.30 horas. Premiado con el Konex 2007 al mejor analista político audiovisual de la década. Fue nominado en 7 ocasiones para el Martín Fierro como mejor labor periodística entre el cable y la televisión abierta. Escribe una columna semanal en el diario Perfil. Tiene 3 libros publicados.Trabajó durante 11 años en el diario Clarin y fue jefe de redacción de El Cronista y subdirector de las revistas Somos y Gente. Fue conductor de Latidos por Telefe, Fuego Cruzado y columnista en Informe Central, La Cornisa y America Noticias. También trabajo en radio La Red, Del Plata y se inicio en el diario Córdoba

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