viernes, 12 de junio de 2009

MARADONA

Cuando Diego asumió como Director Técnico de la Selección Argentina, me pareció no solo el vértice de una pirámide que comenzó con aquel diego que sosteniendo la pelota bajo el brazo, sobre el piso de tierra de la canchita de Fiorito, nos decía, mi sueño es jugar un mundial, sueño que no solo pudo cumplir, varias veces, sino además saborear la gloria máxima, como en México. El diego DT, me parece una forma del éxito, que el hombre tiene frente al tiempo, frente a la maldad, frente a la mezquindad, y hasta a la muerte.

En general el tiempo siempre vence, la muerte prevalece, la mezquindad triunfa, y las sencillas virtudes, mas tarde o mas temprano, suelen quedar sepultadas.

Mas allá del éxito de Maradona al frente de la selección, Creo que hay mas, mucho mas.

Ese deportista que había sido vapuleado por una sociedad hipócrita, que lo señaló como un delincuente, siendo seguramente que ese mismo círculo que lo señalaba a el como el peor delincuente, mantenía y mantiene las mismas costumbres que se le enrostraban al 10.

Periodistas, pensadores, Intelectuales, si; intelectuales, en particular y mediocres en general lo atacaron por todos lados, se pusieron paternalistas con Diego, le dieron consejos, y empezaron a lamentarse que el 10 fuera ejemplo para muchos de nosotros.

¿Es ejemplo en un país?, en un mundo en donde la aspiración de la mayoría de las personas es obtener la calificación mas baja necesaria para aprobar y así poder seguir adelante, entregar lo menos posible para poder recibir lo mayor posible; negar la excelencia como si fuera demencial para conformarse con la mediocridad que permite zafar y seguir adelante.

Con clases políticas en donde constantemente a través de los actos nos demuestran que no están lo suficientemente preparados para afrontar el rol, para los que ellos mismos se empeñaron en hacernos creer que estaban capacitados, a veces hasta con nuestra propia complicidad. Dejando a la luz los peores actos de corrupción, de negociados…

Con una sociedad así, y en este sentido, Maradona es el 10, en un ejemplo para los chicos, para los más jóvenes.

Mostrándonos que a veces es deseable ser el mejor de todos, aunque a veces no se consiga, vale la pena la lucha y el intento.

Ningún deportista del mundo en la historia fue y es, tan perseguido, y pensar que cuando la comodidad le permitía circular en los medios, la gloria no le era ajena, eligió enfrentarse a los poderosos, equivocado o no, no creo que importe, pero tenía y tiene una opinión personal y la hizo saber, funciona como un hombre, en un mundo de ídolos vacíos de opiniones, y de posiciones frente a las cosas.

Diego tomó la posición mas incómoda, se coloco en el mismo centro de la incomodidad, que fácil hubiera sido para él, hacer como otros deportistas, amigos de los poderosos, hacerse patrocinar, agachar la cabeza y obedecer a cambio de réditos mayores.

Nunca se le perdonó su origen, cuantas veces escuché en una reunión, en la calle, en un programa de televisión, “y que querés con ese negrito”, “ese negrito villero”, “ese falopero”.

Los medios de comunicación, el mundo mismo, suele obligar a los luchadores quijotescos, y solitarios a jugar el juego que todos juegan. Es el juego del retruque, el juego de saber que Sócrates no escribió ningún libro, quien pinto la Gioconda y cual es la capital de Finlandia, el juego en donde la gracia consiste en reírse de quien no pronuncia la “s”. Ese es el juego que juegan los que manejan el mundo y los medios. Sin embargo Maradona, jugó el juego, pero el otro, el juego al que es muy difícil ganarle, y así, nunca pude ver a ningún periodista que lo desafiara a patear tiros libres, a hacer jueguitos con la pelota…, sin embargo, lo desafiaron a hablar, a polemizar, a aclarar cuestiones políticas, religiosas…. Todos perdieron ese juego, porque no encontraron en el, complicidad ni conformidad, eso mismo que encuentran en la alianza con los poderosos.

Ese pibe de Fiorito se sobrepuso a los miserables, a los que disfrutaron con verlo al borde de la muerte, destruido, fracasado. Y lo hicieron público, pisoteando una ética y una estética como nunca antes.

Ahora, muchos se debaten ante una encrucijada, deportiva y moral. Los mismos que muchas veces quisieron ver a Diego en el fracaso, quieren verlo también al frente de la selección, como animales al acecho esperan la renuncia del 10, la noticia de tapa que de vuelta al mundo, pero claro, esta en juego la clasificación al mundial, y no soportarían verlo sin participar, es alto el precio.

No hay diferencia con esta clase de gente y la que deseaba ver el fracaso de otros técnicos, con los que despotricaban cuando muchos jugadores del equipo contrario jugaban en la selección, era, el mejor argumento al día siguiente para justificar la derrota.

Los que caen en la facilidad intelectual y mundana de los medios, que repiten cosas que escuchan a diario.

Los mismos que se sienten argentinos, argentinísimos, cada cuatro años, embanderando celeste y blanco los autos, los portales de las casas y luciendo con orgullo la camiseta.

Deberíamos sentirnos así todos los días, no cuando se juega un mundial. Y si el argumento para no sentirse así de orgullosos siempre, es el país que tenemos y que todos ayudamos a construir, deberíamos replantearnos las cosas, deberíamos dejar de lado esto, que es solo un juego, por mas que para nosotros sea el mas maravilloso del mundo.

Diego en aquella bombonera repleta, el día de su homenaje dijo una frase sencilla, que quedará en la historia del futbol para siempre. “la pelota no se mancha”

Como no amar a Maradona, es el 10, es el Diego, es aquel barrilete cósmico, es la mano de dios. Es el que me hizo llorar de alegría y de tristeza, así es el amor, con virtudes y con defectos, el amor es incondicional.

Hagamos como Tadeo Isidoro Cruz, en el Aleph, de Borges, encargado de perseguir a Martín Fierro acusado de varios asesinatos, llegó con sus hombre hasta un galpón y lo encontró a Fierro tendido en un pajonal, en inferioridad de condiciones, a pesar de esto Fierro salió a pelearlos, a defenderse, Cruz, mientras combatía en la oscuridad, empezó a comprender que un destino no es mejor que el otro, pero que todo hombre, debe acatar el que lleva dentro, comprendió que las medallas y el uniforme, ya no le molestaban, comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario, comprendió que el otro era él, arrojo su arma, y gritó que no iba a consentir, el delito que se matara a un valiente y se puso a pelear contra sus propios soldados junto al desertor Martín Fierro, a pesar de saber que esto le costaría su propia vida.

por Facundo.


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