martes, 2 de junio de 2009

Buena suerte...mala suerte

A menudo suelo decir, pero….."que mala suerte"; sin embargo, me he detenido a pensar en algunas cosas que en principio parecerían indicar lo contrario.

Desde niño he transitado la ruta dos, hoy autovía, cientos de veces, cuando aun era doble mano, sin ningún percance, sin que ningún conductor superando ampliamente los límites de velocidad nos embistiera. Sin que ningún micro apurado como todas las temporadas provocara un accidente en el que nos viéramos envueltos.

He viajado decenas de veces en vuelos de LAPA, que seguramente no cumplían con las reglamentaciones, como no hemos enterado luego de aquel trágico accidente frente al aeroparque; En vuelos de AUSTRAL, seguramente también habilitados deficientemente por la FFAA. Como el vuelo que se estrelló en Fray Bentos. Y en otros de Aerolíneas que seguramente estaban igual o en peores circunstancias. Esto me llevó a volar el Espacio Aéreo Argentino mas de una vez, sabiendo años después, que el sistema de radares ya era obsoleto, que los controladores pierden rutinariamente las imágenes de las aeronaves en pleno vuelo, que las comunicaciones son deficientes y que ninguno de los aeropuertos, ni los domésticos ni los catalogados como Internacionales, cumplen con las reglamentaciones básicas indispensables para la operatividad.

Participé de muchísimos recitales durante mi secundario, en lugares donde con plena seguridad las salidas de emergencia no existían a eran deficientes, seguramente habilitados por entidades correspondientes a cambio de coimas. Lugares, en donde más de una vez, se prendieron bengalas durante el recital, hecho que bajo ninguna circunstancia fue motivo de atención, para ninguno de los espectadores y para ninguna de las autoridades que seguramente controlaban el espectáculo.

Asistí a muchos espectáculos deportivos, futbolísticos en particular, en donde fuera del conocimiento de uno se organizaban con anticipación zonas liberadas, por la policía, por distintas autoridades del gobierno de turno, para que parte de la barra del club, se enfrente con otra, una lucha de poder interminable y aborrecible. Aceptado por las autoridades que buscan el apoyo de estos energumenos cuando lo necesitan, en actos políticos, en días de elecciones, o para garantizar la seguridad dentro del club, por estas zonas y mientras esto sucedía he transitado, ajeno a este conocimiento, por suerte sin que nada me pasara.

He festejado y brindado en año nuevo al aire libre, sin que una bala perdida me alcanzara, todos los años a pesar de las advertencias algún estúpido hace unos disparos al aire sin pensar, sin importarle, o sin entender que ese proyectil, luego, vuelve a caer al suelo.

Ni que decir de los años que he trabajado en el microcentro porteño, sufrido su tráfico, su caos, sin que ningún colectivo me arroyara luego de chocar por pasarse el semáforo en rojo, sin que un policía disparara contra un motochorro, indiscriminadamente sin ser alcanzado por alguna de las balas. Sin ser víctima de un robo con toma de rehenes, hecho casi habitual durante algunos tiempos en Buenos Aires.

Y así podría seguir enumerando hechos significativos, de los cuales he salido ileso o quedado exento de alguna secuela pura y exclusivamente por suerte, por buena suerte.

Nadie esta exento de algún hecho fortuito, de alguna incidencia de la naturaleza, así imagino y pienso, ocurren los accidentes, como una colección de hechos que terminan por provocarlo, pero este no es el caso, miles de argentinos hemos y seguimos estando expuestos a cualquiera de estas cosa que mencioné anteriormente solo por desinterés, por desidia, por ambición, por corrupción de las personas encargadas de controlar, de garantizar y de velar por nuestra seguridad.

Somos habitantes de un lugar así o somos sobrevivientes? No los sé, no logro darme cuenta aún.

De lo que estoy seguro es que muchos hemos llegado hasta aqui, por buena suerte, por suerte.

por Facundo

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